¿POR QUÉ VIVIMOS EN SOCIEDAD, ES ALGO NATURAL O FRUTO DE UN PACTO SOCIAL?
Vivir en sociedad es un concepto que el ser humano ha tenido que asumir durante siglos y siglos, desde las épocas feudales hasta ahora. La palabra sociedad tiene varias definiciones como conjunto de personas, pueblos o naciones que conviven bajo normas comunes, sin embargo, en consecuencia a este trabajo, me gustaría destacar esta: agrupación natural o pactada de personas, organizada para cooperar en la consecución de determinados fines. Esta definición la he escogido dado que se relaciona con las diferentes posturas de filósofos que afirmaban que vivir en sociedad era algo natural o, al contrario, que nosotros teníamos que ceder a una especie de contrato social. Como ya sabemos de clase, algunos de estos filósofos son Aristóteles, Santo Tomás, Thomas Hobbes, John Locke y Rousseau.
En primer lugar hablemos sobre Aristóteles. Al igual que otros filósofos como Platón, Aristóteles defendía la sociabilidad natural, el hombre es un animal social, es decir, un ser que necesita de los otros de su especie para sobrevivir. Aristóteles considera que el fin de la sociedad y del Estado es garantizar el bien supremo de los hombres, su vida moral e intelectual. Esto, en su filosofía, se relaciona con la ética.
De ahí también la necesidad de que un Estado sea capaz de establecer leyes justas, o sea, leyes encaminadas a asegurar la consecución de su fin. Por ello, las relaciones que se establecen entre los individuos en una sociedad son relaciones naturales. Asimismo, la democracia moderada es considerada por Aristóteles la mejor forma de gobierno, tomando como referencia la ciudad griega, una sociedad no numerosa, con dimensiones reducidas y con autosuficiencia militar y económica, de modo que se pueda atender a todas las necesidades de los ciudadanos (básicas, ocio y educativas).
De la misma manera, Santo Tomás compartía el mismo pensamiento que Aristóteles, es decir, el estado natural del ser humano es formar ciudades para el bien común de todos, el bienestar material y la vida virtuosa de sus miembros, no obstante, le añade una visión cristiana y afirma que todo esto se encuentra bajo la ley divina.
Por otro lado, nos encontramos con el bando que apoya que la sociedad es resultado de un pacto o contrato. De aquí surge la idea de que la legitimidad del poder del Estado es consecuencia del pacto imaginario que acordamos. Estos nuevos argumentos darán lugar a la teorías contractualistas de la sociedad, en función de por qué y cómo se establece ese pacto, podemos distinguir tres propuestas:
Primeramente, está Thomas Hobbes y su Estado absoluto. En ese hipotético estado, los hombres gozarían de una absoluta libertad e igualdad. Pero, según Hobbes, como todos los seres humanos son propensos al egoísmo ese "estado de naturaleza" es imposible ya que como dice dicho filósofo "el hombre es un lobo para el hombre", lo que provoca la necesidad de un pacto que limita las libertades personales para que se pueda vivir en paz. Además, la ley del más fuerte hace imposible esa convivencia y la propia vida. Todo esto implica que haya una figura que adquiera el poder absoluto.
Por otra parte, el estado en el que se puede gozar de igualdad, libertad y derecho a propiedad, es el Liberalismo político propuesto por John Locke. Estos derechos causan que la vida sea más complicada dado que el hombre puede estar tentado a apropiarse de la propiedad de otros, y esto solo propiciaría a una inestabilidad constante.
Por lo tanto, es imprescindible un pacto que garantice ese derecho a la propiedad, dándose lugar el derecho de castigar a una autoridad legítima. Así pues surge el Estado de derecho, es decir, el ejercicio del poder está regulado y supervisado por las leyes. Las implicaciones de la postura de Locke es que será inevitable que los ciudadanos participen en la elaboración de las leyes y que se garantice el cumplimiento de las mismas, por tanto, hay una separación de poderes: legislativo y ejecutivo.
Finalmente, tenemos a Rousseau que proponía un Estado social en el cual afirma que el ser humano, presencial, es más emocional que racional. Debido a que es bueno y que la naturaleza le proporciona todo lo que necesita, ese individuo vive en un estado de felicidad ignorante y con una repugnancia hacia lo que produzca sufrimiento en los demás.
Cuando sucede esto, nos encontramos ante el buen salvaje que para vivir le basta con la naturaleza, y para convivir, con la piedad. Sin embargo, la aparición de la propiedad privada hace que abandonemos este estado tan sublime. Como siempre, se hace necesario un pacto que recupere la igualdad y la libertad perdidas. Un trato entre iguales y para iguales. La esencia del pacto se fundamenta en el concepto de voluntad general que surge cuando el querer colectivo se manifiesta en los acuerdos alcanzados para preservas el bien común, la igualdad y la libertad. Por eso las libertades civiles son reflejo de la voluntad general. Además, la idea de voluntad general presupone un concepto moderno de la democracia.
Para concluir, me gustaría responder la pregunta planteada con respecto a mi opinión personal. ¿por qué vivimos en sociedad, es algo natural o fruto de un pacto social? Primero querría aclarar que aunque vivamos en sociedad de manera obligatoria, creo que la sociabilidad en general tiene mucho que ver con la personalidad de los seres humanos y asimismo, de la cultura. Yo pienso que somos sociables por naturaleza pero también, no recuerdo haber nacido sin sociedad por lo que me resulta bastante difícil comparar ambas posturas.
Volviendo a mi opinión inicial, los españoles, por cultura, adquirimos desde pequeños un rasgo de sociabilidad elevado. Salir y conocer es lo que más nos gusta. A pesar de ello, hay culturas mucho más frías, que se preocupan más por el trabajo o la fortuna que por los amigos y familiares. Pero eso no significa que todos los españoles seamos así, por ello vuelvo a decir que también depende de la personalidad de cada uno, hay gente que es más de estar en casa que de salir con sus amigos.
Un ejemplo que apoyaría mi opinión, podría ser el momento histórico en el que estamos viviendo ahora mismo, el coronavirus ha dejado las ciudades de España desérticas, no obstante, nos ha costado dejar de socializar con nuestros amigos, familiares e incluso compañeros de trabajo o clase. Hasta que hemos paralizado totalmente el país hemos tenido por lo menos una semana de vacaciones aunque ya estamos avisados que no es la decisión más responsable. Por todo lo que está sucediendo estoy casi segura de que el ser humano es social por naturaleza, hasta los amantes de peli y manta les apetece salir y reunirse con sus amigos. No hay ninguna explicación a esta cuestión, es el puro estado de naturaleza.
Por lo tanto, es imprescindible un pacto que garantice ese derecho a la propiedad, dándose lugar el derecho de castigar a una autoridad legítima. Así pues surge el Estado de derecho, es decir, el ejercicio del poder está regulado y supervisado por las leyes. Las implicaciones de la postura de Locke es que será inevitable que los ciudadanos participen en la elaboración de las leyes y que se garantice el cumplimiento de las mismas, por tanto, hay una separación de poderes: legislativo y ejecutivo.
Finalmente, tenemos a Rousseau que proponía un Estado social en el cual afirma que el ser humano, presencial, es más emocional que racional. Debido a que es bueno y que la naturaleza le proporciona todo lo que necesita, ese individuo vive en un estado de felicidad ignorante y con una repugnancia hacia lo que produzca sufrimiento en los demás.
Cuando sucede esto, nos encontramos ante el buen salvaje que para vivir le basta con la naturaleza, y para convivir, con la piedad. Sin embargo, la aparición de la propiedad privada hace que abandonemos este estado tan sublime. Como siempre, se hace necesario un pacto que recupere la igualdad y la libertad perdidas. Un trato entre iguales y para iguales. La esencia del pacto se fundamenta en el concepto de voluntad general que surge cuando el querer colectivo se manifiesta en los acuerdos alcanzados para preservas el bien común, la igualdad y la libertad. Por eso las libertades civiles son reflejo de la voluntad general. Además, la idea de voluntad general presupone un concepto moderno de la democracia.
Para concluir, me gustaría responder la pregunta planteada con respecto a mi opinión personal. ¿por qué vivimos en sociedad, es algo natural o fruto de un pacto social? Primero querría aclarar que aunque vivamos en sociedad de manera obligatoria, creo que la sociabilidad en general tiene mucho que ver con la personalidad de los seres humanos y asimismo, de la cultura. Yo pienso que somos sociables por naturaleza pero también, no recuerdo haber nacido sin sociedad por lo que me resulta bastante difícil comparar ambas posturas.
Volviendo a mi opinión inicial, los españoles, por cultura, adquirimos desde pequeños un rasgo de sociabilidad elevado. Salir y conocer es lo que más nos gusta. A pesar de ello, hay culturas mucho más frías, que se preocupan más por el trabajo o la fortuna que por los amigos y familiares. Pero eso no significa que todos los españoles seamos así, por ello vuelvo a decir que también depende de la personalidad de cada uno, hay gente que es más de estar en casa que de salir con sus amigos.
Un ejemplo que apoyaría mi opinión, podría ser el momento histórico en el que estamos viviendo ahora mismo, el coronavirus ha dejado las ciudades de España desérticas, no obstante, nos ha costado dejar de socializar con nuestros amigos, familiares e incluso compañeros de trabajo o clase. Hasta que hemos paralizado totalmente el país hemos tenido por lo menos una semana de vacaciones aunque ya estamos avisados que no es la decisión más responsable. Por todo lo que está sucediendo estoy casi segura de que el ser humano es social por naturaleza, hasta los amantes de peli y manta les apetece salir y reunirse con sus amigos. No hay ninguna explicación a esta cuestión, es el puro estado de naturaleza.
Muy bien! Cada vez mejor! Un fuerte abrazo!
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